Como contraste de ese sindicalismo que cobra y vive del cuento y las
subvenciones, traemos a colación a Francisco Gómez del Castillo, un
sindicalista que por dar acabó asesinado por la policía granadina de la
II República. Nació en Santander en 1894 y fue secretario general de la
UGT de Granada en 1935.
Fue periodista y presidente de la
Sociedad de Oficios Varios. Viajó desde Santander a Granada en tercera clase,
con su mujer y sus 5 hijos únicamente porque el sindicato le había
pedido que coordinara la organización de la Huelga General del 34 en
Granada; sin ningún tipo de privilegios.
Delatado por los
anarquistas de la CNT fue encarcelado y allí además de ser maltratado
contrajo numerosas enfermedades pulmonares; la policía le soltó poco
antes de morir para no manchar sus celdas con su muerte. En la
cárcel organizó con sus hijos la solidaridad con las familias de los
compañeros presos, a través del ‘socorro rojo’ que consistía en una
contribución voluntaria de los sindicalistas.
Nunca fue amigo de
subvenciones, ni de componendas. Plantó cara a los señoritos y no era
nada blando con los obreros y campesinos que se resignaban a no exigir
el salario justo para el pan de sus propios hijos.
Así eran los
sindicalistas que pagaban por serlo en lugar de vivir de la
organización. Cultivaban la militancia como el mayor tesoro del propio
sindicato. Cualquier parecido con la realidad del sindicalismo de vividores del 2014 es pura coincidencia. Apuesto que no conocen a
Francisco Gómez del Castillo y las raíces militantes del sindicalismo.
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