En muchas comunidades autónomas está sobre la mesa la desregulación de horarios comerciales. Es decir, que todo el mundo abra cuantas horas le apetezca y, (esto no lo dicen) en las condiciones que sea.
Son muchos los argumentos que se le ocurren a cualquier trabajador y ciudadano para que esto no sea así, pero vamos a poner algunos ejemplos:
No responde a una necesidad del consumidor. Ya hay suficientes comercios que abren en festivos, domingos y en horarios normalmente intempestivos. Esta regulación corresponde a las comunidades autónomas, con lo que no tardarían mucho en crearse agravios comparativos.
El crecimiento económico no se puede basar en una multiplicación de las opciones de consumo, primero porque aliena todavía más al ser humano; y después porque es irracional a tenor del poder adquisitivo decreciente de los españoles.
En Málaga, y Andalucía en general, existen centros comerciales y grandes superficies con un ratio por habitante muy por encima del deseado. ¿Se le van a dar todavía más ventajas con respecto al pequeño comercio?
El ocio de las familias ¿ha de ir encaminado sólo a gastarlo en centros de consumo un domingo por la tarde? Las exigencias de los empresarios irían encaminadas a mantener las condiciones actuales, con más horas trabajadas, es decir, esclavitud.
Si los trabajadores han de echar más horas, tendrán menos tiempo de estar en familia y tendrán que dejar de nuevo a sus hijos con otras familias, los abuelos o con los canguros, a su vez otras madres de familia.
¿Hasta cuándo van a anteponer el capital (beneficio) al trabajo (trabajador) nuestros gobernantes para justificar medidas con la excusa de crear empleo?
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